domingo, 6 de julio de 2008

Sandra Pérez Liberman

Creo que para todos los artistas el hecho de extraer de su subconsciente un concepto para crearlo, plasmarlo y luego publicarlo, plantea dar ese paso de lo privado a lo público. Por supuesto que no siempre el concepto de la obra en sí habla de lo íntimo. En mi caso si. La forma de trabajo me lleva a tratar de definir una búsqueda de lo que soy como individuo y a su vez reconstruye lo que es el mundo y nuestras vidas. Así, aunque la obra es intimista, trasciende a lo universal.
Para mi la pintura es un alivio, es el lugar en donde descargo tanta congestión de información e interacciones diarias. Estas telas que reproduzco, en un acto casi obsesivo, en su proceso intentan descifrar el sentido de lo que somos. Son telas que requieren de mucho tiempo y paciencia en donde los elementos, o el patrón se repite una y otra vez como en un acto de cuestionamiento constante. Una vez terminadas se disipa la complejidad de cómo se creó y lo remplaza un sentido de unidad y continuidad. Además, después de ser reproducidas, pintadas, borradas, lijadas y vueltas a pintar en una construcción/deconstrucción, se percibe un espacio físico y real que a su vez conlleva una atmósfera muy familiar. Los espacios creados se muestran enigmáticos y surreales, funcionan como vehículos de transporte.
Las telas de los fondos de mis pinturas dan una noción de ser parte de algo más –casi como un pedazo de tela que se cortó de un rollo que a su vez venía de una producción más grande– igual que la relación del individuo con el mundo exterior, de la humanidad con el universo. El ser parte de un todo. Acompañando los espacios, aparece mi imagen que cuestiona mi presencia en esos espacios o en el espacio real. Casi como en un performance que invita al espectador a que me acompañe en la búsqueda.
La idea de la introspección está completamente ligada al procedimiento de la creación de la obra, cada obra es una consecuencia de la anterior. En realidad no creo que uno esté tan consciente de esta introspección o del “cuestionamiento constante” que trae día a día la pintura. El artista está ocupado y sumergido en la obra buscando lograr una composición en donde los elementos se encuentran para completar una obra que funcione en su totalidad. Que exista por sí sola. El manejo del espacio, el tiempo, el juego con la perspectiva, la luz, la sombra, lo físico y lo tangible, lo espiritual y misterioso conforman una alquimia que procura definir todo el esfuerzo de la creación.
Cuando termino una obra, pese a que el sentido de crecimiento y evolución es inmenso, se procede al siguiente lienzo, éste se convierte en el receptor que transmite lo que soy y lo que somos. No creo que el concepto se deje quieto en ningún momento. Tal vez se aleja de la obra por un tiempo para después volver a expresarse ya en una forma distinta. Reflexionando un poco en el trayecto de mi obra, podría decir que muchos de los conceptos que están ligados a nuestras vidas persisten: lo teatral, las dualidades, el reflejo, la luz, la oscuridad, el autorretrato, el paso del tiempo, la continuidad, la búsqueda. Parece increíble saber que después de tanto tiempo uno sigue planteando las mismas preguntas. Llego a la conclusión que lo importante es que sigamos preguntándonos para continuar evolucionando.
S.P.L.

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